La pandemia pasó factura a la salud visual de los españoles: uno de cada cuatro así lo cree

El Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas (CGCOO) ha preguntado por los efectos que ha tenido para la vista de la población la crisis sanitaria de la COVID-19 en una encuesta a nivel nacional cuyos datos se han recopilado en el ‘Libro Blanco de la Salud Visual en España 2022’.

11/10/2022

La salud visual de los españoles ha empeorado desde el comienzo de la pandemia declarada por la Covid-19. Casi uno de cada cuatro (un 24%) cree que la crisis sanitaria ha afectado en diferente medida a su salud visual, llegando a verse muy o bastante afectada para cerca de uno ...

La salud visual de los españoles ha empeorado desde el comienzo de la pandemia declarada por la Covid-19. Casi uno de cada cuatro (un 24%) cree que la crisis sanitaria ha afectado en diferente medida a su salud visual, llegando a verse muy o bastante afectada para cerca de uno de cada diez entrevistados en la encuesta realizada por el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas (CGCOO). Los resultados se publicaron en el `Libro Blanco de la Salud Visual en España 2022´, presentado en verano. Para casi dos de cada diez ciudadanos (19%), la pandemia sí ha provocado un empeoramiento de su salud visual.

Esta percepción es mayor en mujeres (23%) que en hombres (15%), y en personas de entre 18 a 35 años (25%) que en las que tienen más de 56 años (12%). El confinamiento impuesto a partir del 15 de marzo de 2020 y hasta el 21 de junio de ese mismo año provocó que hasta un 27% de la población se viera afectada por problemas en la vista como fatiga visual (un 15% o no la tenía y apareció o la tenía y empeoró); vista cansada (mismo porcentaje); sequedad ocular (11% en ambas situaciones); ojo rojo (7%); sensación de cuerpo extraño en los ojos o `arenilla´ (6%), y lagrimeo (5%). El CGCOO indica que la vista cansada ha sido el problema visual "que más se ha mantenido y que más ha aparecido cuando no se tenía, y también de los que más han empeorado".

¿Cómo afectó la Covid-19 a los sistemas de corrección visual?

Según se desprende de la encuesta, para uno de cada diez entrevistados la pandemia también llegó a afectar, en diferente medida, a los sistemas de corrección utilizados (gafas o lentes de contacto, entre otros). De nuevo, los mayores de 56 años son los que menos han sufrido esa pérdida de bienestar con sus soluciones visuales habituales. No obstante, a pesar de lo anterior, el confinamiento no ha derivado en el cambio de estos sistemas de corrección. En tan solo el 5% de las respuestas se afirmó una nueva adquisición en este tipo de productos. Y, de este, quienes más cambiaron fueron los entrevistados más jóvenes. En torno a la mitad de la población usuaria de gafas graduadas y lentillas considera que la pandemia les ha influido en el uso de estos sistemas de compensación, siendo más frecuente el uso de gafas por algo más de cuatro de cada diez entrevistados.

Ante un cambio de vida tan radical, el mayor cambio que se produjo es el paso de las lentes de contacto a las gafas graduadas (22%). Por otro lado, hasta un 19% de población comenzó a usar sistemas de compensación visual cuando antes no usaba ninguno. Si bien, advierte el CGCOO, que al ser la base muestral "extremadamente reducida", los datos "deben interpretarse con cautela".

¿Y a las revisiones habituales?

Principalmente ha perjudicado a las mujeres (20%) y a la población joven (21%), quienes reconocen que trastocó la frecuencia de sus revisiones. En general, dos de cada diez entrevistados confiesan que se vieron afectados en sus hábitos relacionados con la frecuencia de revisión desde marzo y hasta diciembre de 2020 (la encuesta toma en cuenta también las distintas restricciones perimetrales).

Los motivos a los que aluden los encuestados tienen que ver con que sienten que ven bien (hasta un 43%, respecto al 34% que dijo lo mismo en 2017); mientras que se mantiene prácticamente igual el porcentaje que asegura que o no lo considera necesario, o no lo necesita (29% en esta oleada respecto al 30% de la anterior). Ya sea con pandemia o sin ella, siete de cada diez entrevistados cree que basta con revisarse la visión una vez al año, y con un nivel de respuestas similar sin importar sexo o edad. De hecho, para casi ocho de cada diez personas la crisis sanitaria no ha influido en ningún sentido. Los otros cerca de dos de cada diez son, sobre todo, mujeres, que han acudido con menos frecuencia a sus establecimientos ópticos.

Miopía: la otra pandemia

En el apartado dedicado a la salud visual de la población en España, la patología con más prevalencia se ha disparado hasta afectar al 37% del total en 2021. Supone un aumento de un 9% más respecto a la oleada anterior (año 2017). Le sigue el astigmatismo (crece 11 puntos porcentuales hasta el 35%), y la presbicia, que también aumenta (del 16% en el anterior sondeo al 22% del año pasado). Las mujeres son el grupo de población más afectado por la miopía y el astigmatismo. Por tanto, no es de extrañar que los españoles perciban que ha empeorado su salud visual: aquellos encuestados que aseguran no tener ningún problema visual son el 24%, cuando en 2017 suponían el 33% del total.

Una preocupación que se refleja en el cuidado por la salud en general (es importante para el 49% de la población) y la salud visual, en concreto (que lo es para el 50%). Y es que el sentido de la vista es el más valorado por la ciudadanía de manera mayoritaria: para más de 9 de cada 10 personas (92%), sigue siendo su sentido más valioso. "Por lo tanto, a priori, la salud visual se mantiene como aquella más importante en cuanto a sentidos se refiere", enfatizan desde el órgano colegial. Dichos resultados apenas sufren variaciones en cuanto a género o edad. Al igual que con la parte referida a la pandemia, son las mujeres las que mayor preocupación muestran tanto por su estado general de salud (54%) como por su salud visual (57%), siendo además significativo en comparación con los hombres (45% y 42%, respectivamente).

Las gafas, reinas indiscutibles

De lo que no hay duda es de que las gafas graduadas son el producto para compensar la visión más extendido: el 84% de las personas entrevistadas que presentan problemas de salud visual usan gafas graduadas, lo que equivale a hasta un 64% de la población. En segundo lugar, pero en una tasa muchísimo más reducida de uso, están las lentes de contacto o lentillas (el 17% de los encuestados; un 13% de la población). Es preocupante que hasta un 9% de las respuestas provengan de personas con problemas de salud visual que no utilizan ningún sistema de compensación para su vista.

Si, como se ha extraído antes, la preocupación por la salud visual era mayoritariamente cosa de mujeres, también lo es en cuanto al uso de gafas graduadas. Igualmente, ellas hacen más uso de las lentillas que los hombres y, en este punto, son un producto muy utilizado por la población más joven. En cuanto al tipo de gafas graduadas, seis de cada diez son usuarios con lentes normales (un 29% de la población con problemas visuales), mientras que casi cuatro de cada diez utilizan gafas con lentes progresivas (un 18% de la población con las mismas características). "Cuanto mayor es la población, más se acentúa el uso de gafas con lentes progresivas", apuntan los autores del libro.

La vida media "útil" para este sistema de compensación de la vista es de dos años para casi uno de cada dos usuarios (46%, índice que ha aumentado respecto al de la oleada anterior), y mayor para casi cuatro de cada 10 entrevistados (39%, aunque en esta oleada ha disminuido hasta 13 puntos). Consultados por los motivos del cambio de sus gafas graduadas, el 66% responde que lo hace por la necesidad de actualizar la graduación, razón que crece un 13% respecto a 2017. Para otro 30%, es hora de escoger otras debido a la rotura de las que tenían. Solo el 14% cambian de gafas por una cuestión de estética.

Si el porcentaje de cambio real de unas gafas está en una vez cada dos años, los entrevistados coinciden con esa periodicidad, considerando hasta el 47% que el cambio bianual es la frecuencia correcta y la adecuada. La brecha aumenta en aquellas personas que cambian con menor frecuencia a la mencionada, "pese a que se sabe que no es la frecuencia más adecuada". En último lugar, desde el CGCOO plantean a su muestra poblacional por qué usar gafas y no lentes de contacto. Según el 40% de las respuestas, es porque son más cómodas. Le sigue como segundo motivo la prescripción profesional a usarlas (19%), y el uso esporádico de estas (16%).

Crece la confianza en los establecimientos de óptica

No cabe duda de que algo ha cambiado con la crisis sanitaria, y eso también se aprecia en la percepción que tienen los españoles de los establecimientos sanitarios de óptica (ESO). Preguntada sobre a dónde acudiría primero si tuviera algún problema de salud, la población "sana" que iría a una óptica ya supone el 26% del total (en 2017 lo era tan solo el 16%). Es, de hecho, la única opción que aumenta respecto a la anterior oleada.

En cambio, desciende el porcentaje de los que considerarían los centros de salud (33%) o el oftalmólogo privado (32%) como los servicios de atención prioritarios. Llama la atención cómo surgen otras alternativas que no se contemplaban en la oleada precedente: acudir a un oftalmólogo en general (4%); a un especialista de la seguridad social (2%); a un hospital o a un oftalmólogo que trabaje en estos centros hospitalarios (2%), y a un especialista en general (1%). Por edades, los ESO son menos cercanos a los mayores de 56 años (solo un 3% acudiría a ellos como primera opción); todo lo contrario que para los jóvenes de 18 a 35 años (su respuesta para el 39%).

Ópticas de barrio y de cadenas se visitan casi por igual

Casi uno de cada dos entrevistados (46%) afirma haber visitado una óptica en el último año, hábito más interiorizado en las mujeres entrevistadas (50%). La mitad lo sigue haciendo a un establecimiento independiente o de barrio (50%), aunque cada vez más gente ha decidido acercarse a algún local vinculado a cadenas o grupos con varias ópticas (47%).

Sobre si la crisis económica ha logrado influir de alguna manera a la hora de visitar un ESO, nueve de cada diez usuarios creen que el impacto ha sido poco o nulo. Eso sí, el confinamiento hizo que se alterase su nivel de visita a los centros de salud (fue así para el 21%), mientras que se notó menos en el caso de las ópticas y las consultas de oftalmología privada (7%).

Importa más el trato del profesional que el precio

Cuando una de las personas entrevistadas va a su óptica habitual, lo hace por la atención profesional y no por el precio, según la inmensa mayoría de encuestados (90%). Lo consideran así los clientes de ópticas independientes (91%), y de cadenas o grupos (90%). Esto muestra para los autores una mayor homogeneidad respecto al año 2017. "En la oleada anterior, se comprobó que los usuarios de cadenas o grupos se ven movidos, en mayor medida que el resto, solo por motivos económicos u ofertas", señalan.

En todo caso, son los jóvenes los que se ven más influenciados por ofertas o descuentos (11%) que por la calidad de la atención optométrica profesional. Siete de cada diez encuestados reconocen que las ópticas fueron consideradas un servicio esencial durante el confinamiento y que permanecieron abiertas. Quizá esa percepción se refleja sobre todo en el que 90% de la población afirma que las ópticas son un lugar seguro frente a la Covid-19.

Nuestros Podcasts