Una persona con antecedentes familiares de glaucoma directos tiene hasta nueve veces más riesgo de padecerlo

Una persona con antecedentes familiares de glaucoma directos tiene hasta nueve veces más riesgo que una persona sin antecedentes. En estos casos la primera exploración debe realizarse a partir de los 40 años. Esta enfermedad puede manifestarse también en edad infantil con síntomas de ojos abultados, intolerancia a la luz, lagrimeo y tendencia a cerrar los párpados. Actualmente es la segunda causa de ceguera en el mundo, estimándose que hasta el 50% de personas con glaucoma no saben que lo padecen.

09/03/2023

El glaucoma es una enfermedad con un importante componente genético. Así, una persona con antecedentes familiares de glaucoma directos tiene hasta nueve veces más riesgo de padecerlo que una persona sin antecedentes. El Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla quiere poner el foco en este factor de riesgo con motivo de la celebración ...

El glaucoma es una enfermedad con un importante componente genético. Así, una persona con antecedentes familiares de glaucoma directos tiene hasta nueve veces más riesgo de padecerlo que una persona sin antecedentes. El Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla quiere poner el foco en este factor de riesgo con motivo de la celebración este próximo domingo 12 de marzo del Día Mundial del Glaucoma para contribuir a prevenir así el mayor número de casos posibles asociados a predisposición genética. La recomendación para pacientes que tengan un familiar afectado por glaucoma es acudir al oftalmólogo a partir de los 40 años para poder hacer un seguimiento individualizado de cada caso.

"El tipo más habitual de glaucoma, el glaucoma primario de ángulo abierto o glaucoma crónico simple, es asintomático. No produce dolor, ni enrojecimiento, ni sensación de presión ocular, ni picor, ni mala visión, salvo en fases terminales, de ahí que se le denomine ´la ceguera silenciosa´. La única forma de detectarlo es mediante una exploración oftalmológica completa en la que el oftalmólogo determina el "estado de salud" del nervio óptico y la presencia de posibles situaciones de riesgo que pueden dañarlo. Debemos tener presente que el daño que se produce en el glaucoma es irreversible", explica el responsable de la Unidad de Glaucoma de la clínica, el Dr. Fernando López.

Actualmente esta patología ocular es la segunda causa de ceguera en el mundo, estimándose que hasta el 50% de personas con glaucoma no saben que lo padecen.

También en niños

El glaucoma es una enfermedad ocular que también puede manifestarse en la etapa infantil, asociándose así al componente hereditario anteriormente descrito, aunque también puede aparecer ligado a otros trastornos oculares. El Dr. López recuerda que los niños que nacen con esta afección manifiestan ya sus primeros síntomas en los primeros meses de vida. Puede afectar a uno u a ambos ojos y sus principales síntomas suelen detectarlos los padres al presentar ojos abultados, intolerancia a la luz, lagrimeo o tendencia a cerrar los ojos.

"En casos de glaucoma pediátrico se emplea un procedimiento quirúrgico a través del cual se abren los conductos para corregir la imposibilidad de salida del humor acuoso del interior del ojo y evitar así otros problemas oculares", comenta el especialista de la clínica, quien continúa explicando que "en algunos casos será necesario recurrir a medicamentos para reducir la presión del ojo para poder realizar la cirugía o después de esta para alcanzar presiones adecuadas".

En el caso de bebés y menores de tres años el glaucoma se detecta a través de un examen ocular completo que se realiza en quirófano tras sedar al paciente completamente. "Una vez que se diagnostica es fundamental aplicar cirugía lo antes posible para reducir la presión ocular y evitar o disminuir el daño al nervio óptico del niño", aclara el Dr. López.

El tratamiento más efectivo, reducir la presión intraocular

A día de hoy el único tratamiento que ha demostrado su eficacia a la hora de enlentecer la progresión de la enfermedad es la reducción de la presión intraocular. Actualmente, la primera línea de tratamiento incluye la monoterapia con gotas hipotensoras o la realización de un tratamiento con láser sobre la malla trabecular para favorecer la eliminación del humor acuoso.

En caso de no conseguir el control tensional deseado, se suelen asociar diferentes colirios. Si aun así no se consigue dicho objetivo, o existen efectos adversos secundarios a la medicación, se tiene que recurrir a otras opciones quirúrgicas, entre las que destacan las cirugías filtrantes clásicas, los dispositivos de drenaje, para casos refractarios, o las más recientes técnicas MIGS (por sus siglas en inglés), que son técnicas mínimamente invasivas, que se pueden realizar, también si fuera necesario, en combinación con la cirugía de catarata.

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