Exámenes visuales en la infancia: claves para el desarrollo de los niños y niñas

Todos los niños y niñas, tengan o no síntomas de problemas visuales, deben ser examinados de forma regular por un óptico optometrista. esta es la única manera de prevenir un ojo vago, por ejemplo, y evitar futuros problemas de aprendizaje. y, al primer signo de alerta, hay que acudir a los especialistas para poder detectar, y tratar, la disfunción visual.

07/06/2023

La Optometría Pediátrica es una especialidad indispensable para garantizar una buena salud visual no solo en la infancia, sino durante toda la vida. El sistema visual de las personas está sometido a un proceso de maduración y aprendizaje desde que nacemos y, además, necesita de cierta estimulación temprana. Los exámenes ...

La Optometría Pediátrica es una especialidad indispensable para garantizar una buena salud visual no solo en la infancia, sino durante toda la vida. El sistema visual de las personas está sometido a un proceso de maduración y aprendizaje desde que nacemos y, además, necesita de cierta estimulación temprana. Los exámenes optométricos en el área pediátrica, que se deben realizan ya desde que nace un bebe hasta que el niño o niña cumple los 16 años, son necesarios para garantizar un buen desarrollo visual del menor. No solo eso: pueden evitar futuros problemas visuales, pero también, por ejemplo, de rendimiento en el colegio.

En este sentido, los expertos de la salud ocular alertan de que un 30% del fracaso escolar lleva asociado problemas de visión, que no sólo están relacionados con la graduación. También pueden verse afectadas otras capacidades visuales que llegan a alterar la coordinación entre los ojos o la capacidad de acomodación. Todas ellas influyen en la educación de los niños. Para un buen aprendizaje, los menores necesitan ciertas habilidades como la agudeza visual a todas las distancias, habilidades precisas del movimiento de los ojos o de enfoque preciso. Si alguna falla, tendrá más dificultades a la hora de aprender.

Por lo tanto, está demostrado que el desarrollo del niño o de la niña puede verse alterado en algún momento y aparecer anomalías refractivas. Alteraciones refractivas como la hipermetropía, el astigmatismo y la miopía o anomalías como alteraciones acomodativas o de coordinación como el estrabismo pueden causar problemas durante su escolarización y su desarrollo. Por eso, es importante poder detectarlas precozmente y tratarlas lo antes posible. Y aquí es donde ayudan, y mucho, las revisiones. Además, los hábitos de los niños, en la actualidad, están muy ligados al uso de móviles y tabletas desde muy pequeños. Este incremento de horas frente a una pantalla va acompañado, por otro lado, de una clara disminución del tiempo que pasan al aire libre, por lo que el número de niños con problemas de visión va en aumento.

¿Mi hijo ve bien?

Existen ciertos signos o síntomas que alertan a padres o educadores de que es posible que exista un problema visual. Ante cualquiera de estos indicios es importante acudir al óptico optometrista cuanto antes para realizar un examen visual completo. Entre los signos más habituales entre los niños pequeños es que estos se acerquen demasiado para leer o escribir, se rasquen de forma recurrente los ojos, se salten párrafos al leer, tengan dificultades al copiar de la pizarra, guiñen un ojo o, entre otros más, no recuerden correctamente lo que acaban de leer. Las soluciones para tratar los problemas asociados no siempre pasan por llevar gafas o lentes de contacto. En la población infantil se trabaja mucho con la terapia visual, que permite mejorar y potenciar todas las áreas relacionadas con la visión.

Uno de los problemas visuales que más llama la atención en los niños pequeños es el estrabismo; es decir, cuando los ejes visuales no están alineados y se produce una desviación de los ojos, suele ser más habitual hacia adentro (se ponen bizcos); o la ambliopía, conocida como ojo vago, que es una pérdida visual no mejorable o poco mejorable con corrección óptica, exigente, por tanto, de ortóptica (terapia visual). Es muy importante detectar estos problemas en la etapa infantil porque, aunque pueden ser tratados a cualquier edad, su recuperación tiene mejor pronóstico en edades tempranas porque la plasticidad cerebral es mayor.

¿Qué se evalúa en cada edad?

Los exámenes visuales durante estos periodos son esenciales para prevenir problemas visuales que van a condicionar el aprendizaje y desarrollo del niño y que permanecerán toda la vida si no se trata. Cuanto más tiempo lleve instaurado un problema visual, más difícil será solucionarlo. En cada etapa del menor, el óptico optometrista lleva a cabo diversas pruebas y exámenes que miden, entre otros valores, la motilidad ocular, la agudeza visual o la visión binocular (conjunta y coordinada de ambos ojos), incluso en bebés y niños que todavía no saben hablar.

La primera revisión visual se realiza, en la consulta pediátrica, cuando el bebé solo tiene seis meses de edad. Entonces, se comprueba su visión binocular, que ambos ojos trabajen juntos, la motilidad ocular, si existe desviación de un ojo o no y que el desarrollo de su sistema visual se efectúe de manera correcta. Más tarde, se empezarán a estudiar posibles dificultades visuales que puedan llegar a ser un obstáculo en las tareas escolares y en el aprendizaje de los niños.

A los 6 meses de edad. Se evalúan los movimientos oculares, fijación, coordinación ojo mano, reflejos visuales y la salud ocular.

Entre 1 y 2 años. Se revisa la coordinación entre ambos ojos, y si hay un estrabismo u ojo vago.

A los 3 años. Ya suelen colaborar y se puede medir la agudeza visual y la visión en 3D, y si hay problemas refractivos.

A los 5 años. Antes de empezar a leer, hay que asegurarse de que el sistema visual está preparado. La convergencia, acomodación, movimientos oculares y visión en 3D deben alcanzar valores óptimos.

En primaria. Es importante evaluar las áreas de percepción visual y procesamiento de la información visual que puede interferir en el proceso de aprendizaje.

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