El uso cada vez más creciente de tecnología, que nos hace pasar muchas más horas frente a una pantalla, ha acrecentado el número de problemas visuales de los trabajadores. Unidos a los habituales ocasionados por impactos, golpes, salpicaduras químicas o quemaduras, propios de profesiones determinadas. La visión en el trabajo intenta ...
El uso cada vez más creciente de tecnología, que nos hace pasar muchas más horas frente a una pantalla, ha acrecentado el número de problemas visuales de los trabajadores. Unidos a los habituales ocasionados por impactos, golpes, salpicaduras químicas o quemaduras, propios de profesiones determinadas.
La visión en el trabajo intenta prevenir, proteger y mantener la salud del trabajador. Al fin y al cabo, es fundamental para el correcto funcionamiento de sus funciones laborales, ya que una mala visión puede provocar que se rinda menos en el puesto desempeñado, por muy buena actitud que tenga el trabajador. Así pues, es un beneficio mutuo. A la empresa le interesa que sus trabajadores estén sanos y tengan una visión correcta para que rindan como deben en su puesto laboral, mientras que el trabajador mira por su salud visual.
Revisiones periódicas y ergonomía visual
Para conseguirlo, ya es habitual que se realice un seguimiento a los trabajadores con revisiones periódicas de su visión, al tiempo que se adecúa el puesto de trabajo para minimizar el posible impacto visual y ocular al desempeñar sus funciones. Sino, una persona que tenga las mejores condiciones oculares, en un entorno laboral que no le es favorable a su visión, se comportará como otro que tenga problemas visuales y su trabajo se verá afectado, poniendo incluso en riesgo su salud ocular. Para evitarlo, es cuando entra en juego la ergonomía visual.
La ergonomía visual se encarga del estudio de los factores laborales y medioambientales que pueden afectan al correcto funcionamiento de los ojos, con el fin de aplicar ciertas rutinas que eviten esos posibles problemas y ayuden a mejorar nuestro rendimiento visual. Sobre todo, en los trabajos en los que se pasa muchas horas frente a un ordenador, hay algunos factores a tener en cuenta para mejorar esa ergonomía visual.
Iluminación y colocación de pantalla
Es fundamental tener una buena iluminación y que sea equilibrada. Poca luz no es bueno. Pero mucha, tampoco. Lo ideal es la luz natural, siempre que esta no nos deslumbre o incida directamente en los ojos, ya que una sobreexposición a la radiación solar puede provocar desde conjuntivitis y queratitis simples, hasta problemas más graves de retina. Respecto a la luz artificial, es bueno tener en cuenta su temperatura, su color y la intensidad. Una luz incandescente o amarilla tiene un campo de acción reducido y, en un espacio amplio, necesita de varios puntos de luz para conseguir niveles lumínicos adecuados, por lo que es fácil que provoque fatiga visual fácilmente al trabajador. Mientras que la luz fluorescente o fría es recomendable situarla al menos un metro del trabajador por irradiar un alto porcentaje de luz ultravioleta. Además, en ocasiones presenta un centelleo que puede provocar efecto estroboscópico, nocivo para el desarrollo de cualquier labor. También es importante, evitar los reflejos.
La situación de la pantalla también es primordial. No es nada bueno utilizar tablets, portátiles o móviles estando tumbados, para evitar la mirada en oblicuo. La pantalla siempre debe estar frente a los ojos. La parte superior de la pantalla de un ordenador de sobremesa debe estar a la altura de los ojos, mientras que, en los portátiles, la posición debe ser ligeramente inferior. Mientras que la distancia más adecuada es entre 50 y 70 centímetros de nuestros ojos.
La iluminación periférica tenue debe estar presente, trabajar con pantallas de visualización en entornos oscuros ni es cómodo para los ojos ni es visualmente saludable, la proporción ideal es que la iluminación del fondo sea equivalente a 1/3 de la de la pantalla.
Descanso de los ojos
Y luego está el descanso periódico de los ojos. Es muy importante parpadear como forma de relajar e hidratar los ojos y descansar la mirada, apartando la vista del ordenador, mirando hacia algún objeto lejano. La regla del 20-20-20 es una buena opción.
Es esa pauta que dice que debemos apartar la vista del ordenador cada 20 minutos, para mirar un objeto que se encuentre a 20 pies (unos 6 metros), durante 20 segundos. Otra buena opción es la de levantarse unos segundos y relajar los músculos, incluidos los de los ojos.
Responsabilidad de la empresa
La empresa debe facilitar todo lo necesario para que estas pautas y recomendaciones puedan llevarse a cabo. Las pantallas deben ser de calidad y apropiadas a cada tipo de trabajo, los caracteres de los textos representados en las pantallas deben tener un tamaño de fácil lectura, el trabajador debe poder ajustar con facilidad el brillo y el contraste de la pantalla, la superficie de trabajo debe tener suficiente espacio para que el ordenador esté a la distancia adecuada de la vista, tener un filtro antirreflejos o gafas especiales para luz azul y, por supuesto, una luz adecuada.
El aumento del teletrabajo, sin embargo, ha provocado que las empresas no puedan asegurar que se realicen correctamente las pautas de ergonomía visual. Algo que sí puede controlar en su sede. Aquí es donde entra la capacidad de cada uno de los trabajadores de procurar seguir esas normas, incluso en su propia casa. Visitar al óptico optometrista regularmente también debería ser una norma. Así como prestar atención a lo que indican nuestros ojos y, al menor síntoma, acudir al médico. Aumento del lagrimeo, picor, enrojecimiento, visión borrosa, dolor de cabeza, sensación de sequedad o pérdida de nitidez, por ejemplo, pueden ser síntomas de una deficiente ergonomía visual.
Enfermedades oculares en el trabajo
Más allá de toda esa prevención, es inevitable que en alguna ocasión se produzcan problemas oculares derivados del trabajo. Accidentes, descuidos o desidia a la hora de utilizar los elementos de protección adecuados, provocan que cerca de 5,8% de las atenciones primarias de contingencias laborales estén relacionadas con la patología ocular, de origen traumático o químico. A las que hay que sumar las que aparecen sin avisar y son de detección tardía.
La queja más habitual entre los trabajadores es la fatiga ocular. Una condición que ya ha sido reconocida como enfermedad profesional por la Organización Internacional del trabajo (OIT), y que, sin embargo, es la menos tratada. El llamado Síndrome de Fatiga Ocular (SFO), conocido también como fatiga ocular o astenopia, se define como un conjunto de síntomas que van desde las molestias oculares, como picor, ardor, sequedad, lagrimeo, parpadeo o dolor, a trastornos visuales, tipo visión borrosa, visión fragmentada o diplopía, y síntomas extra oculares, como dolores de cabeza, vértigos, dolores cervicales o náuseas.
Esta disfunción está estrechamente relacionada con el uso de pantallas de visualización. Sin embargo, existen otros profesionales afectados de problemas visuales que poco tienen que ver con los ordenadores. Hablamos de lesiones por impactos o golpes, por salpicaduras de productos químicos, por quemaduras o por partículas extrañas, tipo polvo, astillas o suciedad, por ejemplo. Siendo los sectores profesionales más afectados la metalúrgica, la fabricación de maquinarias, la minería, la carpintería y la construcción.
Traumatismos oculares
Estos traumatismos oculares laborales representan el 23% del total de los traumatismos oculares totales, por delante de los ocurridos por accidentes domésticos, deportivos o por agresiones. Siendo la úlcera o erosión corneal la incidencia más atendida, consecuencia de la proyección de partículas resultantes de la ejecución de ciertos trabajos.
Hay varios tipos de traumatismos oculares. El causante de la úlcera o la erosión corneal sería un traumatismo mecánico provocado por la entrada de partículas extrañas en nuestros ojos. Ya sea polvo, suciedad, metal, cristal o alguna astilla de madera, por ejemplo. Después están los traumatismos oculares químicos, que son aquellos ocasionados por sustancias químicas que penetran por accidente en los ojos, provocando una quemadura, con consecuencias muy variadas. Desde una simple irritación hasta la ceguera total.
También están los traumatismos oculares físicos, que son aquellos provocados por quemaduras por fuentes luminosas, radiaciones ionizantes o ultravioletas, que suelen ser por el uso de soldadores o rayos láser, por ejemplo. Y los traumatismos oculares indirectos, que son los que se producen fuera del ojo pero que acaban afectándolo, debido a algún impacto o golpe.
Protección ocular
Para evitar cualquiera de ellos es fundamental una buena protección. Bien con gafas que cubran toda la zona ocular o con pantallas protectoras que cubran toda la cara, que eviten la entrada de materiales o líquidos en los ojos, causando problemas oculares, en algunos casos graves.
Una protección que también deben abordar todos aquellos que trabajan al aire libre. Jardineros, agricultores, socorristas o empleados de la construcción deben proteger sus ojos de las radiaciones solares con gafas de sol adecuadas. Su falta de uso puede provocar problemas de retina, de cataratas o la formación de pterigium.
Sea por un motivo u otro, todos los profesionales deben tener cuidado al realizar sus trabajos para no perjudicar su visión. Ya sea frente a un ordenador o frente a una soldadura, el principal responsable y el que sufre las consecuencias es el trabajador. La empresa deberá ofrecer toda la protección necesaria para minimizar posibles problemas, así como revisiones médicas periódicas para encontrar posibles afecciones ocultas. Sin embargo, cada cual debe aplicar las rutinas necesarias para que nada ocurra. Si a eso se le añade una buena alimentación, algo de ejercicio y buenos hábitos, los riesgos de sufrir problemas de visión disminuirán, tanto en el trabajo, como en su vida en general.