Aunque actualmente el uso de las gafas de sol está generalizado, su utilización como la entendemos hoy en día no fue hasta principios del siglo XX. Nos hemos de remontar alrededor del siglo XII en China para encontrar su origen. Aquí fue el primer lugar donde se desarrolló una tecnología que permitía ahumar las lentes de cuarzo con el objetivo de oscurecerlos. Sin embargo, no era para ser usados como gafas de sol, sino para ocultar la expresión de los ojo de los jueces chinos y evitar cualquier evidencia sobre el veredicto que iban a formular.

Siglos más tarde, a mediados del XVIII, el óptico británico James Ayscough comenzó a experimentar con gafas tintadas para tratar problemas visuales de algunos de sus pacientes con sensibilidad a la luz solar. Pero no fue hasta 1929, cuando el empresario estadounidense Sam Foster comenzó la producción y distribución masiva de gafas de sol a un precio asequible en Atlantic City. Hasta ese momento, su uso era limitado por el alto coste de su fabricación. Rápidamente, la comercialización de esas gafas que protegían del sol se extendió al resto de Estados Unidos y del mundo. El resto ya es historia.

Generalizado su uso, ¿realmente utilizamos las gafas de sol cómo debemos? ¿Las escogemos por estética, moda o por protección? ¿Las compramos donde debemos?

Mayor consciencia de protección solar

Según un estudio realizado por la asociación de utilidad pública Visión y Vida en marzo de este año, bajo el título `¿Estamos preparados para el sol?´, la ciudadanía está tomando consciencia y considera que es más importante que nunca proteger los ojos del sol. Al menos para dos de cada cinco personas (38,5%). No obstante, el 14% de la población sigue sin asociar la relación existente entre exposición UV y enfermedades oculares, a pesar de que cada año en el mundo se quedan ciegas tres millones de personas debido a la exposición a rayos UV. Así, por ejemplo, el 38% de los encuestados no sabe que los rayos UV del sol son los principales responsables de la aparición de cataratas en la edad adulta.

Con la llegada del verano y tras el levantamiento de las restricciones por el Covid-19, pasaremos más tiempo al aire libre. En este sentido, el informe de Visión y Vida señala que dos de cada tres personas reconoce llevar gafas de sol siempre que está al aire libre, en playa o en montaña. Mientras que solo seis de cada 10 las utiliza en un entorno urbano.

Del mismo modo, el 66,5% es consciente que, tras un año sin salir demasiado de casa, es fundamental protegerse del sol. Por ello, dos de cada tres afirma llevar siempre encima sus gafas de sol. Una de cada tres personas las utiliza para hacer deporte y dos de cada tres para conducir.

Resulta curioso que, mientras que el 66,2% considera imprescindible el uso de gafas en adultos para protegerse del sol, solo una de cada dos personas cree que es necesaria la protección de los ojos de los niños y solo el 45,9% de los pequeños de la casa usan gafas de forma habitual. Se desconoce que sus ojos son más débiles ante la radiación UV y no se tiene en cuenta que, sin protección, antes de haber cumplido los 18 años, ya han recibido el 80% de la radiación UV que recibirá en su vida.

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