Aunque al pensar en el Alzheimer, es habitual que lo primero que se venga a la mente sea la pérdida de memoria y la desorientación, la realidad es que hay otros aspectos menos conocidos relacionados con esta terrible enfermedad que impactan significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen. ...
Aunque al pensar en el Alzheimer, es habitual que lo primero que se venga a la mente sea la pérdida de memoria y la desorientación, la realidad es que hay otros aspectos menos conocidos relacionados con esta terrible enfermedad que impactan significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen. Uno de ellos es la pérdida de visión, ya que las personas con alzheimer pueden experimentar cambios visuales que les dificultan tareas cotidianas y hacen que se sientan aún más confundidas y vulnerables.
El problema en este caso no está solo en los ojos, sino en la forma en que el cerebro procesa la información visual que recibe. A medida que avanza la enfermedad, el cerebro pierde la capacidad de interpretar correctamente lo que los ojos ven y aparecen dificultades como los siguientes.
Las personas con Alzheimer pueden tener dificultades para diferenciar bien distancias, lo que aumenta el riesgo de caídas y tropiezos, por ejemplo, al bajar las escaleras y no estar seguros de cuantos escalones hay.
Es común que las personas afectadas con esta enfermedad no sean capaces de reconocer a un familiar o que confundan un objeto con otro, algo que resulta angustiante. Esto sucede cuando la enfermedad afecta la parte del cerebro que identifica patrones y rostros.
Los colores se vuelven menos intensos y los contrastes entre objetos se vuelven menos evidentes, haciendo que sea más difícil distinguirlos.
En este caso es como si el mundo se encogiera y, aunque pueden ver con claridad lo que está justo delante, experimentan dificultades para detectar cosas a los lados, aumentando su sensación de aislamiento.
Leer una frase completa se vuelve complicado porque los ojos saltan de una línea a otra sin control. Del mismo modo, seguir objetos en movimiento resulta más difícil, convirtiendo actividades cotidianas, como ver la televisión o cruzar la calle, en auténticos desafíos.
Aunque estos problemas no tienen cura, hay formas de hacer la vida más fácil y segura para las personas con Alzheimer.
Evitar las sombras y usar luces cálidas hace que los espacios sean más fáciles de ver, de manera que una casa bien iluminada reducirá los riesgos de tropiezos y mejorará la percepción del entorno.
Es conveniente facilitar la identificación de objetos usando colores vivos, como por ejemplo un plato blanco sobre un mantel oscuro, que se verá mejor que sobre un mantel claro.
Igual de importante que las medidas anteriores, es mantener el espacio bien organizado y con etiquetas claras, ayudando a reducir la confusión y facilitando la independencia del paciente.
Si la persona afectada usa gafas, es necesario acudir a revisiones oftalmológicas periódicas que garanticen que su graduación sea la correcta y la situación no se vea aún más agravada.
Como se ha podido comprobar a lo largo de este artículo, el Alzheimer no solo afecta la memoria, sino que también puede cambiar la forma en que una persona ve y entiende el mundo. Con pequeños ajustes en el entorno y estrategias específicas, se puede colaborar a que se sientan más cómodas y seguras en su día a día.