IM OPTICAS nº 22

53 Asimismo, conforme el ojo envejece, en general, la pupila se hace más pequeñ a y, por tanto, se necesita má s luz para ver bien, y má s tiempo para acomodarse a niveles de iluminació n cambiantes (por ejemplo, pasar de la luz del día a un cine oscuro o a un restaurante poco iluminado). Las causas más comunes de pérdida de visión relacionadas con la edad Ademá s de los cambios normales de la visió n, con la edad es frecuente experimentar enfermedades en los ojos, problemas de salud o lesiones que pueden afectar permanentemente a la vista. Según datos de la Sociedad Española de Oftalmología, el 40 % de la población padece cataratas a partir de los 50 años. Esta cifra aumenta al 50 % a partir de los 60 y al 70 %, en la séptima década de vida. Tanto es así que es la causa más frecuente de ceguera reversible. Las cataratas se trata de la pérdida de transparencia de una lente natural situada en el interior del ojo, el cristalino. Su función principal es ayudar al ojo a enfocar imágenes con nitidez. A medida que se desarrolla la catarata, el cristalino pierde transparencia y flexibilidad y se reduce hasta desaparecer su capacidad de enfoque en visión cercana. La catarata produce una pérdida de visión progresiva e indolora, aunque sí es habitual la sensación de visión borrosa, intolerancia a la luz intensa y también puede producir percepción alterada de los colores, como si hubieran perdido su intensidad. Por otro lado, aunque las cataratas están asociadas a la edad, existen algunos factores que aumentan el riesgo de sufrirlas de manera prematura como la diabetes, el tabaco, la obesidad o la hipertensión. A veces, aparece en edades tempranas de la vida, en forma de catarata congénita, la mayoría de esos casos cuentan con antecedentes familiares. Por ahora, el único tratamiento que existe para solucionar el problema es la cirugía. El glaucoma, por su parte, se caracteriza principalmente por la ausencia de síntomas que produce, lo que explica la dificultad de su detección. Es una enfermedad degenerativa causada por un aumento de la presión dentro del ojo que acaba dañando el nervio óptico, provocando una pérdida de visión. Esta pérdida de la visión no se manifiesta hasta que el daño en el nervio óptico está muy avanzado, a lo que hay que sumarle que la mayoría de la gente que sufre glaucoma no presenta síntomas ni dolor en una etapa temprana. De ahí la importancia de que las personas maduras y las que cuentan con antecedentes familiares acudan a revisiones visuales periódicas. Otra causa muy común de pérdida de visión es la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Esta alteración, la causa más frecuente de pérdida de visión severa en los mayores, afecta a la mácula y origina pérdida de la visión central, imprescindible para actividades como leer, conducir, ver la televisión o reconocer caras. Aunque pequeña, la mácula es la parte de la retina que permite distinguir los detalles y percibir los colores. Cabe señalar que, a pesar de su pronóstico negativo, la detecció n temprana permite frenar la evolució n de la patología. Una de las muchas complicaciones de la diabetes es la retinopatía diabética, que se desarrolla lentamente y sin signos de alerta temprana. Así, la diabetes puede causar un daño progresivo a los diminutos capilares sanguíneos que irrigan la retina, que acaban dejando escapar sangre y otros fluidos, lo que provoca inflamación del tejido retiniano y visión borrosa. Cuanto más tiempo lleve una persona padeciendo diabetes, más probabilidades tiene de desarrollar retinopatía diabética, lo que incrementa el riesgo de ceguera. También es habitual el desprendimiento de retina, que consiste en un desgarro o separación de la retina del tejido subyacente. Puede estar causado por un traumatismo en el ojo o la cabeza, problemas de salud como la diabetes o desórdenes inflamatorios del ojo, pero la mayoría de las veces ocurre de manera espontánea como resultado de los cambios del fluido vítreo que se encuentra en la parte posterior del ojo. Si no se trata a tiempo, puede provocar una pérdida permanente de visión, por lo que, si se observan cambios en las manchas o destellos de luz, conviene acudir cuanto antes al especialista. Y como consecuencia de muchas de las enfermedades anteriormente descritas, se suele manifestar a edades avanzadas la baja visión, un problema de visión que implica una pérdida importante de la capacidad o del campo visual y no se puede corregir con gafas, lentillas, cirugía ni tratamientos farmacológicos. Esto supone grandes dificultades para la realización de tareas cotidianas: leer, practicar deporte, ver la televisión, tener vida social o desplazarse de un lugar a otro se convierte, así, en un reto constante para quienes la padecen. Además de su carácter irreversible, la baja visión se distingue por ocasionar diferentes grados de pérdida visual, dando lugar a una agudeza visual inferior al 30 % de visión y/o limitar el campo visual por debajo de los 20º. Más de 135 millones de personas la sufren en el mundo, ascendiendo esta cifra a 20 millones de personas en Europa y 1,8 millones en España. En este sentido, la prevalencia es mucho mayor a partir de los 50 años, pero esto no significa que el envejecimiento cause baja visión por sí solo. Ese aumento es debido a que las patologías asociadas a la baja visión son mucho más frecuentes en la población de mayor edad. Como parte de una campaña de concienciación para que los mayores cuiden su salud visual, la SEGG recuerda que “solo un profesional de la visión puede detectar ciertos cambios en la visión que la persona no detecta, incluso antes de que los síntomas se vuelvan evidentes”. “SOLO UN PROFESIONAL DE LA VISIÓ N PUEDE DETECTAR CIERTOS CAMBIOS EN LA VISIÓ N QUE LA PERSONA NO DETECTA”

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