34 GAFAS PARA NIÑOS Corrección visual en la infancia La infancia es una etapa que marca el futuro desarrollo visual y cognitivo, determinando el bienestar general del niño. A lo largo de los años, se ha concluido que uno de cada cinco menores necesita gafas, aunque muchos no son conscientes de sus problemas visuales. Entre las principales patologías oculares que se manifiestan en niños y que requieren del uso de gafas o lentillas, destacan la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo. Estas alteraciones refractivas suelen detectarse en los primeros años escolares, cuando el menor comienza a presentar dificultades para ver con claridad, leer a distancia o enfocar correctamente. Asimismo, condiciones como la ambliopía (conocida como “ojo vago”) o el estrabismo pueden requerir corrección óptica con el objetivo de evitar complicaciones a largo plazo. Para evitar el rápido avance de estos problemas, la detección temprana mediante revisiones oftalmológicas periódicas es clave. Las gafas y lentes de contacto no solo cumplen una función correctiva, sino que se adaptan a las necesidades específicas de los niños, considerando factores como la comodidad, la seguridad y el diseño. Como resultado, los padres y cuidadores tienen que elegir las monturas que motiven a los pequeños a usarlas de forma regular. El diseño sí importa Uno de los factores más relevantes en el diseño de monturas es garantizar el ajuste correcto. Es necesario que las gafas encajen bien en el rostro porque, en caso de que se deslicen o presionen en exceso, resultan incómodas y provocan que el niño las rechace. Así, la montura tiene que estar bien centrada sobre las pupilas y alineada con las órbitas oculares, de forma que las lentes funcionen de manera óptima. Un mal ajuste puede reducir hasta un 40 % la efectividad de la corrección visual. Por ende, un óptico profesional debería realizar la adaptación personalizada, midiendo tanto la distancia interpupilar como la longitud y forma del rostro. En cuanto a los materiales, la ligereza y la resistencia son prioritarios para que las gafas soporten el uso diario y las actividades propias de la infancia. Las lentes de policarbonato o Trivex son las más recomendadas por su durabilidad, resistencia a impactos y protección UV inherente. En monturas, la silicona es ideal para bebés y niños muy pequeños, ya que ofrece flexibilidad y evita alergias. A partir de los seis años, materiales como el acetato o el titanio son opciones preferentes por ser hipoalergénicos, ligeros y muy duraderos. A su vez, muchos fabricantes ofrecen recubrimientos antialérgicos o protectores contra arañazos y reflejos que prolongan la vida útil de las gafas y mejoran la experiencia visual. El diseño de las varillas y el puente nasal también es decisivo para la comodidad y la estabilidad de las gafas. Las varillas flexibles y del tamaño adecuado no presionan detrás de las orejas ni se sueltan fácilmente. Las bisagras con muelle permiten una mayor durabilidad y adaptabilidad, especialmente en niños activos. Por su parte, el puente nasal debe ofrecer un buen soporte, distribuyendo el peso de forma uniforme y evitando que las gafas se deslicen. Las almohadillas de gel o silicona mejoran la comodidad y evitan marcas o irritaciones en la piel. Gafas a medida Para los niños con un estilo de vida activo o que practican deportes, existen monturas específicas fabricadas sin bisagras metálicas y con sistemas de sujeción elásticos que mantienen las gafas firmes sin molestar durante el juego. También hay modelos de gafas deportivas con lentes graduadas o protectoras, pensadas para disciplinas como la natación, el judo o los deportes de pelota, donde la seguridad es importante. Además de la funcionalidad, los niños están más dispuestos a usar gafas si eligen un diseño que les guste, con colores, formas y motivos que se identifiquen con su personalidad. Involucrar al niño en la selección de sus gafas refuerza su autoestima y aumenta la probabilidad de que las utilice regularmente. Finalmente, los cambios en la graduación y el desarrollo ocular requieren revisiones periódicas, que deben realizarse al menos una vez al año o según lo indique el especialista. De esta forma, las gafas se ajustan a la evolución de la visión y se garantiza un uso óptimo y confortable. Una protección indispensable El uso de gafas de sol no se ha de limitar solo a los adultos. Los niños necesitan proteger sus ojos de los efectos dañinos del sol, ya que pasan mucho tiempo al aire libre, sobre todo en verano. Actividades como ir a la playa, a la piscina, al parque o asistir a campamentos los exponen a una mayor cantidad de radiación ultravioleta (UV) que puede causar daños oculares. Las gafas protegen de otros elementos como arena, polvo o insectos que podrían entrar en los ojos. UN MAL AJUSTE PUEDE REDUCIR HASTA UN 40 % LA EFECTIVIDAD DE LA CORRECCIÓN VISUAL
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