35 La Asociación Española de Pediatría (AEP) y diversos expertos coinciden en que nunca es demasiado pronto para comenzar a proteger los ojos de los niños. No obstante, durante los primeros meses de vida es habitual que los bebés no toleren bien las gafas, por lo que se recomienda utilizar otros medios como capotas de cochecitos, sombrillas, gorras o sombreros de ala ancha. A partir del primer año de edad, cuando los niños empiezan a caminar y están más activos al aire libre, ya deberían usar gafas de sol adecuadas. Estas ofrecen una protección completa contra la radiación reflejada en superficies como el agua, la nieve o la arena, que no se bloquea con sombreros o viseras. Gafas de sol homologadas La exposición prolongada a la radiación UVA y UVB puede causar queratitis (una inflamación dolorosa de la córnea) y, con el paso del tiempo, daños más profundos como alteraciones en la retina. Para prevenirlo, las gafas de sol infantiles tienen que integrar una protección del 100 % contra los rayos UV y estar homologadas según la normativa europea. Los especialistas advierten del peligro de usar gafas de juguete o de bazar porque no ofrecen una protección real. Al momento de elegir unas gafas de sol para niños, se suelen considerar varios factores clave. En primer lugar, el filtro solar debe ser de categoría 3 (o 4 en casos de mayor exposición, como en la alta montaña), ya que bloquea la mayor parte de la radiación solar. Por otro lado, es recomendable que las lentes sean polarizadas para reducir el deslumbramiento y mejorar la visión en espacios abiertos. En relación al material de las lentes, el policarbonato es una excelente opción por ser resistente a los golpes, liviano y seguro en caso de caídas. Protegerse del sol con estilo Las monturas más convenientes en niños son las fabricadas con materiales resistentes, ligeros y flexibles, como el TR-90, la silicona, el nylon o el acetato de celulosa. Es necesario que se ajusten bien al rostro del niño, sin apretar ni causar molestias en la nariz o detrás de las orejas. En este sentido, se aconseja buscar gafas con puentes anatómicos o invertidos y varillas flexibles para mejorar la comodidad y evitar que se caigan durante la actividad física. Si las gafas son atractivas para el niño, con colores y formas que le gusten, es más probable que esté dispuesto a usarlas con frecuencia. Durante el proceso de adaptación, los adultos tienen que acompañar a los niños y enseñarles la importancia de usar gafas para cuidar su vista. Igualmente, hay que educarlos sobre la importancia de no mirar directamente al sol, ya que puede provocar lesiones graves en los ojos. Lentes de contacto, bajo supervisión Las gafas son la solución más común, pero en algunos casos las lentes de contacto se les recomienda a los niños cuando las monturas dificultan la actividad física o en condiciones visuales específicas. El uso de lentes de contacto en niños no tiene una edad mínima establecida, ya que la decisión depende más de la madurez, responsabilidad y situación particular del niño que de su edad cronológica. Si bien las lentes de contacto ofrecen ventajas, como una visión más amplia, mejor rendimiento en deportes y mayor comodidad, exigen un cuidado riguroso para evitar complicaciones. Por esta razón, su uso tiene que estar siempre supervisado por un especialista que aconsejará las lentes indicadas, asegurando la seguridad y salud ocular del menor. Lentillas para cada caso Se comercializan diferentes tipos de lentes de contacto para niños, siendo las blandas las más comunes por su comodidad, y las rígidas permeables al gas recomendadas en ciertos casos, como el astigmatismo. Adicionalmente, existe la ortoqueratología (Orto-K), un tratamiento nocturno que remodela la córnea y ayuda a controlar la miopía progresiva, permitiendo que el niño tenga buena visión durante el día sin usar lentes. El cuidado y la higiene de las lentes de contacto son esenciales para prevenir infecciones oculares. Los niños tendrían que lavarse las manos antes de manipularlos, no dormir con lentes a menos que el especialista lo indique, evitar el contacto con agua y cambiar regularmente tanto las lentes como sus estuches. Aunque las lentes de contacto son seguras si se usan correctamente, es vital estar atentos a signos de irritación, dolor, visión borrosa o cualquier molestia, y consultar al especialista ante cualquier duda o problema. Del mismo modo, no se deben compartir lentes con otras personas ni usar lentes cosméticos sin prescripción médica, pues esto puede poner en riesgo la salud ocular del niño. LAS GAFAS DE SOL INFANTILES TIENEN QUE INTEGRAR UNA PROTECCIÓN DEL 100 % CONTRA LOS RAYOS UV Y ESTAR HOMOLOGADAS SEGÚN LA NORMATIVA EUROPEA
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