72 OJO SECO LA IPL ESTÁ MARCANDO UN ANTES Y UN DESPUÉS EN EL TRATAMIENTO DEL OJO SECO EVAPORATIVO de infradiagnóstico, especialmente entre los jóvenes, que a menudo no relacionan sus molestias -sensación de arenilla, irritación o visión borrosa- con esta patología. A nivel global, la enfermedad afecta a unos 350 millones de personas, y en nuestro país a cerca de cinco millones. Se trata, en definitiva, de un problema de salud de gran envergadura, cuya incidencia seguirá aumentando en los próximos años si no se adoptan medidas más ambiciosas de detección y prevención. Multifactorial Los especialistas coinciden en que el ojo seco no puede atribuirse a un único origen, sino a la interacción de diversos mecanismos que rompen la homeostasis de la película lagrimal. Es, por tanto, una enfermedad multifactorial. Entre los factores que contribuyen a su desarrollo se encuentran los ambientales y conductuales, como el uso de aire acondicionado o calefacción, la exposición a pantallas digitales, el viento o la radiación ultravioleta, que aceleran la evaporación lagrimal. “El constante uso de ventiladores y sistemas de aire acondicionado propicia que los pacientes con ojo seco sufran más sus síntomas en verano”, insiste el Dr. Rafael Melián, de Vithas Eurocanarias, “pues las altas temperaturas dejan el epitelio ocular expuesto, provocando rápidamente una ruptura de la película lagrimal”. También influyen el envejecimiento, los cambios hormonales en la menopausia y determinadas patologías endocrinas, que alteran la composición de la lágrima. A ello se suman las afecciones dermatológicas, como la rosácea, la dermatitis atópica o la blefaritis, que afectan a las glándulas perioculares y alteran la estabilidad lagrimal. Incluso organismos como Demodex pueden obstruir las glándulas de Meibomio, generar inflamación crónica y agravar la enfermedad. La lágrima, lejos de ser simplemente “agua salada”, es una estructura compleja compuesta por tres capas —lipídica, acuosa y mucínica— que interactúan para mantener la superficie ocular húmeda, oxigenada y libre de agentes irritantes. Cuando una de ellas se ve comprometida, el ojo pierde su capacidad de protección y lubricación, lo que genera inflamación y daño tisular. En los últimos años, la investigación ha puesto el foco en la microbiota ocular. La colonización de las pestañas por ácaros como Demodex o los desequilibrios en la flora bacteriana pueden contribuir a la disfunción de las glándulas de Meibomio y agravar el cuadro. Asimismo, se ha comprobado que enfermedades dermatológicas como la ya mencionada rosácea o la psoriasis afectan la piel periocular y, con ello, el correcto funcionamiento de la superficie ocular. Esto ha impulsado la aparición de tratamientos integrales que combinan cuidados dermatológicos y oftalmológicos. Diagnóstico y prevención El diagnóstico del síndrome de ojo seco ha evolucionado hacia un enfoque integral. Ya no basta con confirmar su presencia. Resulta esencial determinar el tipo y la severidad de la enfermedad para aplicar el tratamiento más adecuado. Entre las herramientas diagnósticas habituales destacan los cuestionarios de síntomas, como el OSDI, que permiten objetivar el impacto en la vida diaria; la medición del tiempo de ruptura lagrimal (BUT), que evalúa la estabilidad de la película; la prueba de Schirmer, útil para valorar la producción de lágrimas; las tinciones con fluoresceína o verde de lisamina, que ponen de manifiesto lesiones en la superficie ocular; y, más recientemente, la meibografía, que ofrece imágenes detalladas del estado de las glándulas de Meibomio. En 2025, las ópticas comunitarias han asumido un rol activo en el cribado del ojo seco, ofreciendo tests rápidos de detección gracias a campañas promo-
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