74 OJO SECO der una fina capa de lágrima sobre la superficie ocular y mantenerla protegida”, añade el especialista. Para prevenir o reducir estas molestias, el Dr. Bácerna recomienda adoptar medidas sencillas en la rutina diaria: “Hay que vigilar la iluminación en el entorno de trabajo, mantener los monitores a una distancia adecuada, evitar entornos secos o calurosos y realizar pausas periódicas”. La importancia de la prevención y el abordaje integral es remarcada desde la investigación. La Dra. Itxaso Herrera, oftalmóloga en Miranza Clínica Begoña, sostiene en un artículo publicado en la Journal of Clinical Medicine que “el ojo seco puede afectar a cualquier edad, pero los síntomas y las estrategias diagnósticas y terapéuticas no son iguales en un paciente joven que en una persona mayor”. Así, “adaptar el tratamiento a cada etapa de la vida es esencial para lograr mejores resultados”. A estos factores se suma la nutrición, con un papel claro en la prevención. El Prof. José Manuel Benítez del Castillo, catedrático de Oftalmología de la Universidad Complutense de Madrid, recuerda que “los omega-6 son proinflamatorios y, por lo tanto, favorecen el ojo seco; por el contrario, numerosos ensayos clínicos confirman que los omega-3 son beneficiosos para la superficie ocular”. Su conclusión es que “una persona que tome una buena cantidad de omega-3 va a tener menos posibilidad de desarrollar ojo seco”. Las lágrimas artificiales continúan siendo un recurso ampliamente utilizado para aliviar los síntomas, especialmente en sus presentaciones sin conservantes, más seguras en usos frecuentes y prolongados. Avances terapéuticos Los progresos en el tratamiento del ojo seco han sido notables en los últimos años, y 2025 está marcando un punto de inflexión. La Luz Pulsada Intensa (IPL) se ha consolidado como la técnica más innovadora para tratar el ojo seco evaporativo. Actúa desbloqueando las glándulas de Meibomio, mejorando la secreción lipídica y reduciendo la inflamación. Y ofrece beneficios en pacientes con rosácea y otras afecciones dermatológicas asociadas, lo que refuerza su carácter integral. Por otro lado, la investigación farmacológica está aportando nuevas esperanzas. El colirio AR-15512 ha mostrado en fase 3 de ensayos clínicos un inicio rápido de acción, una producción sostenida de lágrimas y una buena tolerabilidad. Se espera que pueda llegar al mercado en los próximos años, representando un paso adelante respecto a las lágrimas artificiales tradicionales y abriendo la puerta a un tratamiento más específico y eficaz. Lo que es evidente es que el futuro del manejo del ojo seco pasa por un abordaje integral, personalizado y multidisciplinar, que combine prevención, tratamientos innovadores y atención a las dimensiones emocionales del paciente. Solo así será posible anticiparse a la evolución de una patología que, lejos de disminuir, seguirá creciendo en los próximos años. EL INFRADIAGNÓSTICO ES UNO DE LOS GRANDES RETOS: MUCHOS JÓVENES NO ASOCIAN SUS SÍNTOMA CON EL OJO SECO Estudio PrevEOS: una fotografía real del ojo seco en España Uno de cada cinco adultos en España padece ojo seco, pero apenas un tercio está diagnosticado. Así lo demuestra el Estudio PrevEOS, liderado por el catedrático José Manuel Benítez del Castillo, que se dio a conocer a mediados de febrero de este año, que por primera vez analiza la prevalencia de esta enfermedad en una muestra representativa de todo el país. Los resultados sitúan la incidencia entre el 16,6 y el 22,5 % de la población, aunque si se incluyen síntomas como fatiga visual o visión fluctuante la cifra se eleva hasta el 33 %. La enfermedad es más frecuente en mujeres y su prevalencia aumenta a partir de los 40 años, aunque también se detecta un crecimiento notable en jóvenes de entre 18 y 30 años, entre los que alcanza el 30 % con un infradiagnóstico especialmente marcado. “Estamos ante el primer estudio que analiza la frecuencia del ojo seco en toda España aplicando criterios comparables a nivel internacional”, señala Benítez del Castillo, quien afirma que “un paciente con ojo seco grave puede tener la misma mala calidad de vida que alguien con angina de pecho severa, pero sigue siendo una enfermedad poco valorada por las autoridades sanitarias y a menudo incomprendida incluso por los propios médicos”. El trabajo identifica asimismo factores de riesgo frecuentes, como la diabetes, el tratamiento del glaucoma, la blefaritis o el antecedente de cirugías oculares, y confirma que la enfermedad tiene un impacto mucho mayor de lo que hasta ahora reflejaban los datos parciales disponibles. En el caso de las cirugías oculares, “todas, sin excepción, ´secan´ la superficie ocular, factor a tener en cuenta en modo preventivo, y en especial en aquellos pacientes que han sido sometidos a sucesivas operaciones de distintas patologías (retina, catarata, glaucoma, etcétera)”, según detalla este experto.
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