IM OPTICAS nº 4

51 El envejecimiento de la población mundial hace evidente que se necesitan servicios de cuidados específicos para los más mayores. En este sentido, la visión sufre cambios relacionados con la edad que exigen un seguimiento para evitar que afecten a su estructura y a su función. Con el paso del tiempo, es común que se desarrollen “enfermedades como las cataratas que se asocian al envejecimiento, así como otras muchas patologías de retina que suelen aparecer demaneramás frecuente con los años”, explica Salvador Alsina, presidente de Visión y Vida. Éstas vuelven a las personas mayores más dependientes en la ejecución de tareas diarias como consultar los datos bancarios, leer o escribir la lista de la compra. Para el experto, cuidando la visión de los más mayores se podría mejorar, y mucho, su calidad de vida. Y es que una mala visión es causa de caídas, pero también puede ocasionar temor a salir fuera de casa y dificultar la relación con el entorno, ya que el paciente no puede ver con facilidad los objetos ni evaluar con seguridad distancias o volúmenes, como, por ejemplo, un escalón en la calle. En definitiva, puede llevar a una sensación de aislamiento, que puede ser un problema grave en el caso de las personas mayores. “Un buen cuidado visual a lo largo de toda la vida puede permitir que la persona siga siendo autónoma, se defienda y maneje por sí misma o que pueda seguir manteniendo sus momentos de ocio intactos”, opina. Pero, si al deterioro natural de la edad, se le suman enfermedades propias de esta etapa como la hipertensión o la diabetes, es imprescindible abordar los problemas visuales de manera multidisciplinar. En este contexto, el especialista en optometría geriátrica se convierte en una pieza fundamental. Esta especialidad de la optometría, una de las ramas más recientes, no sólo evalúa y propone soluciones en sinergia con los oftalmólogos, sino que también adapta los recursos a las necesidades de estos pacientes con un gran reto: “Seguir trabajando en prolongar la buena visión el máximo tiempo posible”, añade Alsina. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida cada vez es mayor en nuestro país, los especialistas en optometría trabajan para lograr cuidar y proteger la visión durante todas las etapas de la vida para que una persona llegue con una calidad de vida plena a los 60, 70, 80 años... Los ancianos son pacientes frágiles y un 57% tiene alguna discapacidad visual y su agudeza visual de cerca es, a menudo, peor que de lejos. Con la edad, el ojo pierde capacidad de acomodación como consecuencia de que el cristalino se vuelve menos elástico y transparente. No sólo se penaliza el enfoque a distancias cortas, sino que los colores se perciben más apagados y de tonalidad sepia. Un hábito muy común en los adultos mayores al mirar de cerca es lo que se conoce como “tocar el trombón”, esto es, alejar el texto buscando una distancia más larga para reducir el esfuerzo de enfoque. Además, pese a que muchos ancianos necesitan gafas para la miopía o la presbicia, únicamente un porcentaje muy bajo, en torno al 30%, usa las gafas adecuadas. Es lo que se conoce como lentes afuncionales; es decir, muchos mayores usan gafas que no se ajustan a sus necesidades funcionales, ya que la mayoría llevan, de media, ocho años sin revisar ni actualizar su graduación. Paralelamente, desde la optometría geriátrica se debe “facilitar el acceso a los equipamientos ópticos necesarios; incluso en casos de baja visión, para que la autonomía de estas personas sea la mayor posible”, puntualiza el presidente de Visión y Vida. En realidad, todas las personas mayores deberían utilizar equipamientos ópticos, como las gafas, para compensar sus problemas visuales. Sin embargo, según el Instituto Nacional de Estadística, los mayores de 80 las usan menos que la generación siguiente. LAS PERSONAS MAYORES DEBEN APRENDER A ADOPTAR HÁBITOS QUE LES PERMITAN CUIDAR SU SALUD OCULAR

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