IM OPTICAS nº 6

7 La motivación principal que empujó a Daniel Paniagua a crear Gafasvan fue tener un hijo pequeño. Al final, las oportunidades que tenían laboralmente en las ciudades eran más o menos las habituales, “muchas horas fuera de casa y desplazamientos de mucho tiempo”, mientras que en su pueblo, “que es donde crecimos tanto mi mujer como yo, siempre estás muchomás cerca de tu familia, no pierdes tanto tiempo en desplazarte y, sobre todo, al tener un negocio propio, puedes adaptar un poco los horarios a lo que más te convenga”. En consecuencia, “decidimos volver aMayorga, una localidad de Valladolid de 1.500 habitantes, ya con una ideamás omenos clara del proyecto, pero tampoco con la convicción de que pudiera funcionar”. Y es en ese preciso momento que surge Gafasvan, una iniciativa que busca acercar los servicios ópticos al entorno rural vallisoletano de Tierra de Campos. Daniel Paniagua, su creador y dueño, estableció una ruta semanal en la que visitar distintos municipios con el propósito de prestar sus servicios a cada uno de sus habitantes. En concreto, el óptico optometrista se encuentra todos los martes por la mañana en Villalón de Campos y todos los jueves en el mismo horario en Villalpando. Asimismo, también visita el primer miércoles de cada mes Villarramiel; mientras que los tres últimos de este día de la semana se sitúa en Villada. En relación con las tardes, de lunes a viernes, es posible localizarle en Mayorga, su lugar de residencia. En cuanto a los retos que planteaba el negocio en sus inicios, el creador de Gafasvan confiesa que, para él, “el principal era la falta de confianza en mis propias habilidades”. Luego, “te das cuenta que hay muchísimos aparatos que te ayudan” y que “la tecnología que se emplea para fabricar cristales no tiene que ver con la que se conoce en la facultad”. Ahora que el negocio ya se ha establecido, “los retos son los que cada uno se va poniendo”. Por ejemplo, dice, “empecé desde el año pasado una asociación con un audiometrista”. Además, está tratando de cambiarse de locales. Al final, “en los pueblos hay muchos locales, cada uno de una manera, por lo que no existe una homogeneidad en la imagen, ni en los espacios, ni el tamaño”. Un establecimiento en cada pueblo Aunque viaja en una furgoneta donde transporta todos los materiales necesarios para poder llevar a cabo su trabajo, debe tener un establecimiento físico en todos los municipios en los que opera. “Mi idea original era hacer una especie de camión, no muy grande, porque los pueblos no son tan grandes, donde la gente pudiera subir”, reconoce. No obstante, “me dijeron que era inviable con la normativa existente y tenía que tener un establecimiento físico”. En resumen, debe contar una licencia en todos los pueblos donde opera, hecho que “limita el acceso a la población del servicio”. En general, “la legislación actual sigue siendo muy poco flexible para el negocio rural”. Y, aunque remarca que no le gusta mucho quejarse de una norma que estaba antes de que él empezase, sí se pregunta por qué, si la administración pública no pone remedio frente a este desabastecimiento óptico en el entorno rural, “por qué no permite que un privado, como él o cualquier otro, coja un camión más o menos grande, con espacio para graduar a las personas y que tenga los mismos equipos” y así poder graduar a las personas en diferentes lugares. © José Castillo

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