IM OPTICAS nº 9

43 lagrimeo, picor, enrojecimiento, visión borrosa, dolor de cabeza, sensación de sequedad o pérdida de nitidez, por ejemplo, pueden ser síntomas de una deficiente ergonomía visual. Enfermedades oculares en el trabajo Más allá de toda esa prevención, es inevitable que en alguna ocasión se produzcan problemas oculares derivados del trabajo. Accidentes, descuidos o desidia a la hora de utilizar los elementos de protección adecuados, provocan que cerca de 5,8% de las atenciones primarias de contingencias laborales estén relacionadas con la patología ocular, de origen traumático o químico. A las que hay que sumar las que aparecen sin avisar y son de detección tardía. La queja más habitual entre los trabajadores es la fatiga ocular. Una condición que ya ha sido reconocida como enfermedad profesional por la Organización Internacional del trabajo (OIT), y que, sin embargo, es la menos tratada. El llamado Síndrome de Fatiga Ocular (SFO), conocido también como fatiga ocular o astenopia, se define como un conjunto de síntomas que van desde las molestias oculares, como picor, ardor, sequedad, lagrimeo, parpadeo o dolor, a trastornos visuales, tipo visión borrosa, visión fragmentada o diplopía, y síntomas extra oculares, como dolores de cabeza, vértigos, dolores cervicales o náuseas. Esta disfunción está estrechamente relacionada con el uso de pantallas de visualización. Sin embargo, existen otros profesionales afectados de problemas visuales que poco tienen que ver con los ordenadores. Hablamos de lesiones por impactos o golpes, por salpicaduras de productos químicos, por quemaduras o por partículas extrañas, tipo polvo, astillas o suciedad, por ejemplo. Siendo los sectores profesionales más afectados la metalúrgica, la fabricación de maquinarias, la minería, la carpintería y la construcción. Traumatismos oculares Estos traumatismos oculares laborales representan el 23% del total de los traumatismos oculares totales, por delante de los ocurridos por accidentes domésticos, deportivos o por agresiones. Siendo la úlcera o erosión corneal la incidencia más atendida, consecuencia de la proyección de partículas resultantes de la ejecución de ciertos trabajos. Hay varios tipos de traumatismos oculares. El causante de la úlcera o la erosión corneal sería un traumatismo mecánico provocado por la entrada de partículas extrañas en nuestros ojos. Ya sea polvo, suciedad, metal, cristal o alguna astilla de madera, por ejemplo. Después están los traumatismos oculares químicos, que son aquellos ocasionados por sustancias químicas que penetran por accidente en los ojos, provocando una quemadura, con consecuencias muy variadas. Desde una simple irritación hasta la ceguera total. También están los traumatismos oculares físicos, que son aquellos provocados por quemaduras por fuentes luminosas, radiaciones ionizantes o ultravioletas, que suelen ser por el uso de soldadores o rayos láser, por ejemplo. Y los traumatismos oculares indirectos, que son los que se producen fuera del ojo pero que acaban afectándolo, debido a algún impacto o golpe. Protección ocular Para evitar cualquiera de ellos es fundamental una buena protección. Bien con gafas que cubran toda la zona ocular o con pantallas protectoras que cubran toda la cara, que eviten la entrada de materiales o líquidos en los ojos, causando problemas oculares, en algunos casos graves. Una protección que también deben abordar todos aquellos que trabajan al aire libre. Jardineros, agricultores, socorristas o empleados de la construcción deben proteger sus ojos de las radiaciones solares con gafas de sol adecuadas. Su falta de uso puede provocar problemas de retina, de cataratas o la formación de pterigium. Sea por un motivo u otro, todos los profesionales deben tener cuidado al realizar sus trabajos para no perjudicar su visión. Ya sea frente a un ordenador o frente a una soldadura, el principal responsable y el que sufre las consecuencias es el trabajador. La empresa deberá ofrecer toda la protección necesaria para minimizar posibles problemas, así como revisiones médicas periódicas para encontrar posibles afecciones ocultas. Sin embargo, cada cual debe aplicar las rutinas necesarias para que nada ocurra. Si a eso se le añade una buena alimentación, algo de ejercicio y buenos hábitos, los riesgos de sufrir problemas de visión disminuirán, tanto en el trabajo, como en su vida en general.

RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=