IM ÓPTICAS nº 3

68 controla unas lentes optoeléctricas “cuya potencia cambia en función del voltaje aplicado”. Además, funcionan de manera independiente “sin ningún control” adaptándose a las situaciones de cada persona. Una solución que se prevé más práctica y cómoda para los pacientes, pero también más barata. La intención del equipo de la UM es, en los sistemas para la corrección de aberraciones, sustituir las lentes ajustables (las convencionales) por sistemas basados en cristales líquidos. “Serán más económicos con iguales prestaciones”, asegura Artal. El proyecto recibe el apoyo financiero de Caixa Capital Risc y, como aseguraba la entidad en el comunicado, apuestan por investigaciones innovadoras que “tienen potencial para pasar del laboratorio al mercado, mejorando así la salud y la calidad de vida de las personas”. En concreto, la ayuda económica contempla hasta 300.000 euros por proyecto. En el caso de las gafas inteligentes para corrección de defectos oculares, los emplearán para validar un demostrador “todavía funcionando en banco óptico” y el desarrollo “del software de control” y de los sistemas correctores “basados en elementos de cristal líquido”. “Un gran estímulo”, admite Artal, que además se potencia con la colaboración del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT Health). Este se traduce en mentorías por parte de expertos que los ayudarán a definir sus planes de desarrollo y comercialización de forma personalizada. “Se necesitarán todavía varios años” Por el momento, este primer prototipo sigue en pruebas en los laboratorios de la UM. Y el investigador jefe avisa: “Para tener un prototipo portable de la versión de corrección de aberraciones, se necesitarán todavía varios años”. Mientras tanto, se van dando pequeños pasos como la concesión de patentes. Por lo pronto, ya la tienen “en varios países”, del que solo concreta Estados Unidos, y adelanta que “varias compañías” ya han manifestado su interés en las gafas. Es comprensible teniendo en cuenta los problemas que pretende corregir o disminuir. El equipo de la UM prevé que estas gafas proporcionen “una mejora visual instantánea sin necesidad de cirugías u otros procedimientos invasivos”. Un producto escalable si se tiene en cuenta que podrían ser utilizadas “por todo el mundo”, continúa Artal. Es decir: dependiendo del grado de aberraciones oculares y el estado del resto del sistema visual del paciente (condición de la retina, córnea, mácula…), se conseguirá una mejora visual u otra. También se está desarrollando para que sean aptas en aquellos pacientes “con una visión ligeramente peor de lo normal” que quieran mejorarla para alguna “actividad especial”. El investigador jefe recuerda que son varios los problemas oculares que aumentan “severamente” las aberraciones, degradando la imagen retiniana y la visión. Es el caso del queratocono, deformación de la córnea que deriva en muchos defectos oculares. “Hay otras deformaciones o cicatrices de la córnea que tienen un efecto similar”, agrega. Las gafas inteligentes tendrán dos aplicaciones para los profesionales del sector. Por una parte, la más general, que consistirá en la corrección de la presbicia mediante un dispositivo inteligente. Sería, simplifica Artal, como dispensar unas lentes progresivas, “con la ventaja de la adaptabilidad”. Y otra, para combatir la baja visión en el menor porcentaje de la población que padece de “severas aberraciones”. Una “nueva herramienta” que los profesionales podrán usar para ayudar a sus pacientes.

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