IM OPTICAS nº 5

49 hasta 409.500. El libro también aborda cómo ayudaría a disminuir la tasa de bajo rendimiento escolar en España, con alrededor de un 20% de los escolares que lo padecen por causas visuales, según el Ministerio de Educación. Por tanto, el CGCOO cree que harían falta 82 unidades de optometría pediátrica en España para cubrir la actual carga de trabajo en la sanidad pública. En cuanto a la población adulta, el total de derivaciones es de 14,4 millones al año. Por agudeza visual, 626.400. Con estos datos, harían falta 157 unidades de optometría en el SNS. Y en este sentido, de las estimaciones realizadas se desprende que el coste total de una consulta de optometría integrada en el SNS por año sería de 53.609 euros. En total, 239 unidades de optometría que supondrían un coste total de 12,8 millones de euros anuales. En comparación con el modelo de capitación, el ahorro sería de unos casi 6 millones de euros. El modelo concertado costaría alrededor de 18,6 millones de euros anuales. Esta es la razón que lleva al CGCOO a defender la integración de los profesionales del colectivo en el SNS: “En base a los datos y supuestos contemplados en el presente análisis, el modelo público resulta un 31%más económico que el modelo de capitación”. Sin embargo, reconocen, “el modelo de capitación tiene la ventaja de que no requiere inversión ni cambios profundos en la organización del SNS”. Más allá de lo económico, la incorporación de ópticos optometristas al SNS podría ahorrar en torno a 1.035.000 derivaciones anuales a la atención especializada (oftalmología). Si una visita especializada cuesta, como mínimo de media, entre 68-70 euros, el ahorro estimado para la salud pública estaría entre los 70 y los 72 millones de euros. Aunque tomando como referencia el modelo de Osakidetza (Servicio Vasco de Salud) la cifra se elevaría hasta los 160 millones de euros. La visión del médico de Atención Primaria La encuesta realizada en colaboración con SEMERGEN ha permitido conocer conmayor detalle la relación entre los médicos de Atención Primaria (MAP) en su día a día con los establecimientos sanitarios de óptica (ESO). El uso de gafas por parte de los sanitarios de este colectivo es del 68%, por encima de la media de la población general (55%). Otro 2% prefiere las lentes de contacto y un 17% alterna ambos medios de compensación. También un 68% de los MAP recurre a los ópticos optometristas en los establecimientos sanitarios de óptica (ESO) para revisar su visión, muy por encima de los que lo hace la población general (40%). Como consecuencia, hasta el 88% del colectivo considera que el profesional idóneo para los trastornos refractivos o de visión binocular es el óptico optometrista “aunque, como resulta obvio, no está integrado en Atención Primaria”. El modelo de derivación a los ESO, plenamente aceptado por los MAP, ha sido ensayado en numerosas comunidades autónomas y es uno de los modelos propuestos por el CGCOO a través de un sistema de capitación. Así se evitarían hasta el 30% de las derivaciones a oftalmología por trastornos de la agudeza visual, aliviando la presión tanto Los optometristas y la pandemia El libro ha servido además para recoger otra encuesta, en este caso a nivel nacional a los colegiados del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas (CNOO), a los del Colegio de Ópticos-Optometristas de la Comunidad Valenciana (COOCV) y a los del Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL). En total, unos 10.519 ópticos optometristas que representan más del 60% del colectivo profesional de nuestro país. En ella se quiso valorar cómo afrontaron los profesionales y los ESO los meses posteriores a la declaración de la crisis sanitaria. Las ópticas fueron consideradas por las autoridades sanitarias como un recurso de primera necesidad para los ciudadanos, manteniéndose abiertas en los meses de confinamiento. En ese sentido, el 85% de los encuestados manifiesta su disposición a mantener los servicios de urgencia siempre que tuviera EPIs adecuados. Tan solo el 15% se manifiesta en contra. Además, casi un tercio de los encuestados (32%) se muestra dispuesto a una colaboración voluntaria en caso de que se les hubiese requerido para cualquier tarea durante aquella situación de emergencia. El 46% deja abierta la posibilidad de hacerlo y tan solo el 22% no lo haría. Los resultados muestran, sin lugar a dudas para el CGCOO, “que la conciencia de profesional sanitario se encuentra muy arraigada entre los ópticos optometristas”. al oftalmólogo como al propio MAP. Cada año se realizan más de 240 millones de consultas en Primaria. Esta es la razón que lleva al colectivo a responder en su mayoría (88%) que soporta una presión asistencial excesiva en su trabajo. Son una de las especialidades que refiere una mayor incidencia de síndrome de burnout. En parte, esa ingente presión se debe a una falta de herramientas para hacer frente a esta demanda (valorar el estado de la visión de sus pacientes): el 93% las considera insuficientes. Los que no están capacitados para realizar una valoración de la salud visual derivan a oftalmología. Como resultado, el 91% de los MAP coinciden al considerar que estas derivaciones suponen una sobrecarga de trabajo. A pesar de que para el 75% de los encuestados la demanda asistencial por problemas relacionados con la visión es muy frecuente o bastante frecuente, la cartera de servicios asistenciales en lo referente a visión es insuficiente para hacer frente a la demanda en salud visual de los ciudadanos, tal como lo valora el 79% de los MAP. “Al menos, la medición de la agudeza visual es una prestación contemplada en la cartera de servicios comunes del SNS y por tanto financiada con los impuestos de los ciudadanos”, añade el CGCOO.

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