IM OPTICAS nº 9

60 mentos de menor calibre, de 23, 25 o incluso 27 G”, indica. Para hacerse una idea, 25 G es menor que medio milímetro de grosor. Son instrumentos muy finos, lo que permite que la mayor parte de las cirugías no requiera sutura. De esta manera, la incomodidad posoperatoria del paciente es mínima. También la irritación posoperatoria es menor. Además, se puede trabajar de forma más segura sobre retinas móviles. Igualmente, en muchísimas cirugías de desprendimiento de retina ya no se utilizan bandas, que antes eran rutinarias y ahora son excepcionales. Esta patología se aborda en la mayor parte de los centros de España, con lo cual hay mucha experiencia y la tasa de éxito con una sola intervención es altísima. El láser precoz ha conseguido que los desgarros se puedan controlar mucho más en la consulta y que tengan que llegar menos al quirófano. El gran inconveniente sigue siendo el posicionamiento posoperatorio de los pacientes. Espera que dentro de poco haya avances en este sentido, puesto que algunos proyectos hay al respecto en investigación. DMAE La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad visual que constituye la principal causa de ceguera legal y de baja visión en España y en países desarrollados en pacientes con edad superior a 50 años. Su prevalencia se va incrementando con la edad de los pacientes, alcanzando más o menos un 20% en los que superan los 70 años. “Los síntomas, por desgracia, en las fases iniciales de enfermedad, ninguno. Por eso, la medicina preventiva es tan trascendental. Una paciente a partir de los 50 años debe hacer una revisión anual, más o menos, o cada dos años si su ojo está sano para ver que no aparecen este tipo de lesiones u otras como el glaucoma”, reflexiona la Dra. Figueroa. En fases iniciales, sólo se producen lesiones llamadas drusas maculares, que son depósitos que se acumulan debajo de la retina. “Pueden quedarse estables, sin progresión, o pueden evolucionar a dos formas avanzadas de la enfermedad, hacia la degeneración macular asociada a la edad atrófica, con placas de atrofia retiniana, o hacia la forma neovascular o exudativa, que se caracteriza por la aparición de vasos anormales, de neovasos que crecen debajo de la retina a distintos niveles y que producen el acúmulo de líquido y a veces de sangre debajo de la retina, limitando la visión”, informa. Los síntomas son todos los de una maculopatía; pérdida de agudeza visual, visión borrosa, escotoma central o metamorfopsia, distorsión de las imágenes. Toda la patología macular, no sólo la DMAE, sino otras como los agujeros de la mácula o las membranas epirretinianas, presentan este síndrome macular. Una vez más, “el diagnóstico precoz es primordial, porque en el presente estamos empezando a tener tratamientos muy útiles”. La forma exudativa, desde hace ya muchos años, se trata con inyecciones intravítreas de antiangiogénicos, “buscando cada vez fármacos que duren más para intentar reducir la frecuencia de las inyecciones y de las visitas”. En la atrófica por ahora en España no hay ningún tratamiento aprobado. En Estados Unidos ya se ha aprobado uno para utilizarlo mediante inyecciones intravítreas en esta enfermedad. “Estamos haciendo muchos proyectos de investigación en este campo con nuevos tratamientos que son realmente muy interesantes”, manifiesta. Comentamos con la doctora proyectos de investigación. “Llevamos muchísimos años tratando con inyecciones intravítreas. El problema es que los fármacos que tenemos no tienen una duración muy larga y hay muchos pacientes que requieren inyecciones frecuentes”, explica. Actualmente, se está trabajando en dos áreas de investigación. Una es “fármacos que duran más”. Prevé que dentro de poco habrá más en nuestro país ya aprobados para su uso. Con lo cual, el intervalo entre las inyecciones y las visitas se alargará. Asimismo, también se está trabajando sobre sistemas de liberación gradual de fármacos. Otro proyecto muy novedoso en el que va a participar en Clínica Baviera es en el tratamiento de la terapia génica para la DMAE exudativa. En la atrófica o seca, llevan varios años trabajando en terapia génica. Están es dos ensayos clínicos, en fase reclutamiento de pacientes y no se han analizado todavía datos, pero con casos “muy sorprendentes”. El objetivo de estas terapias es intentar que no haya progresión de la enfermedad y que no se pierda más visión. Es posible que pronto empiecen un estudio sobre terapia génica en la retinopatía diabética, en el edema macular. “La terapia génica es un tratamiento muy novedoso que busca que, con un único tratamiento, se consiga detener la progresión de la enfermedad ”, subraya. En la DMAE atrófica, el tratamiento consiste en inyectar, en la cavidad vitrea o debajo de la retina, virus que llevan la carga genética que se quiere transferir a las células de la retina para corregir la mutación genética que padecen. En la DMAE exudativa, la terapia génica tiene como objetivo conseguir que el ojo produzca lo que ahora estamos inyectando como tratamiento, los angiogénicos. El ojo se convertiría así en una “biofábrica”. Retinopatía diabética Para la retinopatía diabética, de nuevo la prevención es esencial. La forma de prevenir es un buen control metabólico, “que no sólo es un buen control de la glucemia”. Hay otros factores que influyen en la progresión de la retina diabética, como la tensión arterial. Se aconseja que los pacientes no alcancen 140 de tensión arterial sistólica y 90 milímetros de mercurio de diastólica. También está el control de la dislipemia, de la alteración del colesterol y de las grasas, que es típica en los pacientes con diabetes. Si se descabala cualquiera de ellas, “la retinopatía diabética puede progresar”. Por ende, es básico un control periódico. Dependiendo del tipo de diabetes, de la edad del paciente y de las lesiones que presenta en el momento en el que se realiza la primera exploración por parte del oftalmólogo; se determinará la frecuencia de visitas. Un paciente con edema macular diabético sin una afectación central, a lo mejor se revisará cada tres o cuatro meses. Un paciente con la diabetes de tipo 2 que no muestra ningún tipo de lesión en la retina, que está bien controlado, se puede hacer una revisión cada año. En definitiva, depende de la situación de la retina, de su situación general y del tipo de diabetes.

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